El guerrero Guerrero.

Confusos y en desbandada seguían los insurgentes al comenzar el año no tan del Señor de 1816. El virrey Calleja, ufano por sus victorias, ni siquiera necesitaba ya salir de su palacio para seguir la lucha contra los levantados, pues ellos mismos se hacían la guerra unos a otros. En el fondo, sin embargo, Calleja sabía bien cuál sería el resultado final de todo aquello, y escribía cartas secretas a sus amigos en España en las que les decía que más tarde o más temprano los americanos acabarían por sacudirse la dominación de la metrópoli.