Hace más de cincuenta años, el historiador norteamericano Richard Hofstadter detectó una fibra en la retórica y en el pensamiento político de su país. Un estilo que, a su juicio, era más relevante que la estructura del poder mismo. Era un reflejo discursivo, una manera de entender el mundo, una trampa intelectual, una forma de responder ante cualquier evento. Consistía en la creencia de que existía una vastísima conspiración que amenazaba el alma de la nación. Se trataba, ni más ni menos, que de una amenaza existencial. La sobrevivencia de la república, de la cultura norteamericana estaba en peligro. El historiador veía en esa paranoia la secularización de un impulso religioso. Una fe que entiende nuestro paso por la vida como un combate contra el Mal. Todos los problemas, por complejos que parezcan se reducen, en el fondo, a una batalla entre los puros y los perversos.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.