Se nos convoca a responder una pregunta en un par de semanas. Esto es lo que debemos contestar: "¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?". Así la redactó la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Forzaban las palabras para darle gusto al Presidente y darle apariencia de legalidad a la aberración de su propuesta. La pregunta es un enredo. A la tercera palabra ya está uno perdido. La principal regla de una consulta popular es que la ciudadanía tenga claro qué responde, qué consecuencias tiene su decisión, qué implica la opción afirmativa y qué significa la alternativa. ¿Estás de acuerdo con la nueva Constitución? ¿Respaldas la independencia? ¿Ratificas este tratado internacional? En este caso, si atendemos la pregunta resulta imposible saber qué significa el sí, qué significa el no.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.