OPINIÓN

El dignificador

Denise Dresser EN REFORMA

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La economía se desacelera y se contrae y AMLO sigue siendo popular. La inseguridad no cesa y el Presidente permanece con altos índices de aprobación. Los medicamentos escasean y el sistema de salud está en crisis pero la mayor parte de la población no culpa al peripatético paladín de Palacio Nacional. López Obrador contradice o traiciona las promesas que hizo en campaña pero sus seguidores no parecen culparlo por ello. La aureola de aceptación lo acompaña, dondequiera que va. Y las explicaciones ante la gloria garantizada -que los datos no minan o disminuyen o encogen- suelen ser las mismas. El líder cercano y humano; el hombre austero y dicharachero; el personaje que prefiere predicar a gobernar; el que enarbola la política del reconocimiento y mira de frente a ese México marginado que el neoliberalismo ignoró.