No recuerdo otro momento en la historia reciente de México en que la clase gobernante violara la Constitución de un modo tan desvergonzado, tan intencional y flagrante, como ahora con motivo de la revocación de mandato. Sí recuerdo otros gobiernos en los que se cometían actos o se tomaban decisiones de dudosa constitucionalidad, pero en los que sus responsables al menos trataban de disimular o de improvisar algún tipo de interpretación constitucional que los avalara. Persignarse con aquella máxima decimonónica de "nada ni nadie por encima de la Constitución", rendirle culto a la Carta Magna incluso cuando la estuvieran desobedeciendo, siempre ha sido parte de los rituales del poder en México. De Juárez en adelante, pues. Lo de estas semanas con el lopezobradorismo a propósito del revocatorio, sin embargo, es distinto.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).