Esta semana comienza una nueva etapa en la relación trilateral entre las naciones de Norteamérica. Una relación que históricamente ha sido desbalanceada y que ha puesto en jaque a la mayoría de nuestros campesinos. Antes de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del norte (TLCAN) en México, se producía suficiente maíz para alimentar a prácticamente toda nuestra población. Sin embargo, con la firma del tratado, en 1994, vino un tsunami de maíz barato que ahogó a más de la mitad de los productores pequeños. Esa misma ola propició la migración de millones de paisanos que simplemente no tuvieron más opción que abandonar sus comunidades. En la primera década se perdió casi un millón de empleos en el campo mexicano.