El balón globalizador

En la secundaria, en Chihuahua, casi todos mis amigos le iban al América o al Cruz Azul. Por razones que aún no me quedan muy claras, yo me enamoré del Atlético Español, que resultó ser una decisión trágica pues el equipo quebró y desapareció del futbol mexicano cuando yo era adolescente, cediendo su lugar al retorno del Necaxa, y dejándome huérfano en mi afición. Me exilié entonces en Estados Unidos, donde a nadie le importaba el futbol global en esos tiempos, pudiéndome concentrar en mi pasión por los Acereros de Pittsburgh, que resultó siendo un amor menos cruel.