No es fácil dirigir al América. Ni aunque te llamen "Profesor" o "Míster", ni aunque tu pasado incluya y resalte el haber trabajado en el más alto nivel posible del juego y de su historia, y mucho menos cuando vienes de lejos, cuando no perteneces al mismo "grupo sanguíneo" de su estirpe y leyenda y no alcanzas a entender todavía la verdadera dimensión de la pasión que genera este club.