Ante el abandono solo queda vivir la vida. La soledad es la madre de la incertidumbre y de las ideas, de la sobrevivencia. La náusea y el proceso de aceptar la soledad van acompañados de un vigoroso viaje a nuestro interior, una revisión visceral de la capacidad propia y de la construcción de un destino. La soledad abriga la memoria y descubre la oportunidad.