OPINIÓN

El auto alérgico

Eduardo Caccia EN REFORMA

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"Esta es la segunda vez que les escribo, y no los culpo por no responderme, sé que sueno un poco loco..." es el inicio de una carta (la historia es real) que recibió General Motors, en la que un cliente explicaba una tradición familiar: ir a comprar helado después de la comida. El sabor variaba. La misiva continúa: "...recientemente compré mi nuevo Pontiac, y desde entonces mis idas a la tienda tienen un problema". Finalmente, el emisor va al grano: "...cada vez que compro helado de vainilla, el carro no enciende".