Era muy fácil encontrarlo. Todos sabíamos cuál era su casa y también la ubicación de su trabajo. Como reporteros, cuando se necesitaba la versión de una voz autorizada para hablar sobre algún aspecto del futbol mexicano, recurríamos a Don Antonio Carbajal. Era crítico y no se tentaba el corazón. Ni siquiera para hablar de su querido Club León en aquellos años de crisis poco antes del fatídico descenso.