La diversidad considerada como la presencia de personas con diferentes antecedentes y entornos étnicos, socioeconómicos, regionales, de género, de orientaciones sexuales y de discapacidad, se ha destacado no sólo como políticamente correcto sino también como económicamente conveniente y necesario para las democracias. La diversidad inicialmente fue impulsada por grupos en defensa de derechos humanos y a favor de la igualdad, donde el camino ha sido lento, lleno de desafíos y además paulatino al incorporar poco a poco a diferentes grupos históricamente invisibilizados o subrepresentados.