Disculpas
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
4 MIN 30 SEG
Una de las invitadas a una reunión, a donde habían asistido más de cien mujeres, me contó que uno de sus hijos le suplicaba que ya no hablara de los resultados de las elecciones. "Mamá, ya cambia de tema", le decía harto de retomar el mismo rollo constantemente. Evidentemente ella no era la única que hablaba de cómo se encontraba anímicamente hablando sobre lo mismo. En la mesa donde me encontraba no se hablaba de otra cosa: "Fue una elección de Estado". "Hubo fraude". "La compra de votos era evidente". "La intromisión de López Obrador fue sistemática". "La Sheinbaum ha estado en campaña desde hace tres años", etcétera, etcétera. Se escuchaban muy enojadas, furiosas, indignadas. Una de ellas tomó la palabra en un tono muy contundente: "No nos podemos quedar con los brazos cruzados. Tenemos que protestar. Tenemos que organizarnos. Salir a las calles, como lo hicimos con la marcha de la Marea Rosa. Si no hacemos nada, nada va a cambiar. No porque somos de la clase media dejamos de ser mexicanas. Todas las que estamos aquí, sin excepción, no creemos en los resultados. No son ciertos, por eso muchos candidatos ya están impugnando. Se han encontrado centenas de urnas repletas con boletas nada más para Morena, como si hubieran sido marcadas anteriormente. Yo fui jefa de casilla y al final del día conté más de 860 votos para Xóchitl y muy pocos para Morena". (Aunque en estas elecciones el 49% de la clase media alta votó por Claudia y la clase media 59%) Ese era el verdadero voto oculto.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores