La carabina de este señor, Ambrosio, es famosa, pero por ser inútil. O sea, la fama es lo de menos cuando de lo que se trata es de ser eficaz al accionar. Imaginemos a su dueño, el tal Ambrosio, diciendo: no importa que no sirva mi carabina, ahora en lugar de cazar liebres ¡voy a cazar OSOS! Quienes esta fanfarronada escucharan soltarían la carcajada fuerte, pues si no puede Ambrosio con las piezas chicas menos podrá con las grandes.