OPINIÓN

Despojo

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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La insensata y grosera embestida de López Obrador contra el Poder Judicial tiene un claro elemento de venganza por la actitud independiente, libre, autónoma que la Suprema Corte de Justicia asumió desde que Arturo Zaldívar, tan adicto a AMLO, se vio forzado por la ley a dejar la presidencia del máximo organismo jurisdiccional. Como el mítico perro de las dos tortas, dicho señor se quedó sin el prestigio y sin la chamba en la cual, por designio de su patrón, pretendió mantenerse a contracorriente del buen sentido y la legalidad. A pesar de ese nocivo influjo, que continúa a través de dos o tres ministros entregados al Ejecutivo, la Corte puso freno a algunas de las desatentadas iniciativas del caudillo de la 4T, lo cual explica en parte su arremetida contra el Poder que se le opone, cuyo papel de guardián del orden constitucional le resulta intolerable. En parte, dije, porque a mi entender la ilícita apropiación -se debería decir robo- de los fideicomisos asignados por ley a la Suprema Corte tiene por objeto, sobre todo, conseguir fondos para llevar adelante las obras del régimen, tan costosas como inútiles, y para seguir entregando las dádivas con las cuales el Presidente mantiene cautiva a su clientela electoral, cuya pobreza e ineducación la hacen presa fácil del populismo y la demagogia. Venganza, sí, pero también carencia de dineros es lo que ha llevado a López a arañar dinero donde lo haya. De ahí los drásticos recortes a los presupuestos de los estados que no han caído en manos de Morena; de ahí la situación de miseria en que laboran muchas de las dependencias públicas. De una sé en la cual los directores hubieron de hacer entre ellos una "coperacha" para pagar de su bolsillo los recibos del agua y de la luz, que les iban a ser cortadas en sus oficinas por falta de pago, pues el presupuesto que el gobierno federal les ha dejado no alcanza ni para cubrir los más elementales gastos. Con sus caprichosas obras, barril sin fondo todas, López Obrador se echó un bocado mayor que el que podía mascar, y ahora no tiene con qué cubrir su exorbitante gasto. Si a eso se añade el elevado costo de las canonjías que ha otorgado al Ejército y la Marina, y cuyo pago no puede dejar de hacer, ya se verá que el desaprensivo mandatario debe buscar dinero hasta abajo de las piedras. Los fideicomisos de la Corte no son en verdad de la Corte; pertenecen a sus funcionarios, empleados y trabajadores. A ellos está despojando López de lo que por ley y justicia les corresponde. Por eso es justa su protesta, y procedente el paro de labores motivado por el asalto de AMLO. Esperemos que no prospere su ilegal acción; que la detengan las instancias políticas y jurídicas que pueden echar abajo este atentado nacido de la obcecada voluntad y la ineficiencia administrativa de un gobernante -si tal palabra es aplicable aquí- que ha dicho que no le vayan con el cuento de que la ley es la ley, y que ha mandado al diablo las instituciones... Ingrata sorpresa se llevó don Astilio, cuando al llegar a su casa después de un viaje de negocios encontró a su mujer refocilándose con un sujeto en la alcoba conyugal. No pondré aquí los dicterios con que el mitrado esposo motejó a la pecatriz. Si los pusiera faltaría al mismo tiempo a la decencia y al buen gusto. Básteme decir que todos esos denuestos pueden sintetizarse en una palabra de cuatro letras. "Ay, Astilio -contestó a los reproches la mujer con lamentoso acento-. Tú lees hasta altas horas de la noche, llevas comida a la cama y la llenas de migajas, roncas, me destapas siempre, y yo ¿te digo algo?"... FIN.