Sin políticas públicas adecuadas, las desigualdades del mundo físico se trasladan irremediablemente al mundo digital. En conectividad a internet, México puede brindar la mejor experiencia comparable con las de la Unión Europea, siempre y cuando se esté en la ubicación correcta (p. ej. en Ciudad de México), con el dispositivo adecuado (p. ej. teléfono inteligente de gama alta) y si se cuente con la capacidad económica necesaria. Si alguno de los anteriores elementos no se cumple -lo cual acontece en la mayoría de casos-, el acceso a internet puede ser nulo, limitado o inútil.