OPINIÓN

Desde el hospital

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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Resulta cada vez más natural que al ser internada por séptima vez en el hospital, me invadan una serie de dudas que no me atosigan cuando estoy en mi casa sumida en mi rutina que consiste ver mis series de televisión preferidas, leer, ver a mis amigos, platicar con mi marido, telefonearle a mis hijos y escribirles pequeñas notas a mis nietos. En el nosocomio tengo que estar alerta de la constante entrada y salida de las enfermeras que por lo general procuran ser muy atentas, de mis venas cada vez más frágiles al insertar la aguja para la venoclisis, de la persona responsable del menú de la comida, desayuno y cena, del constante pitido de los aparatos a los que estoy conectada, y desde luego de la visita de los médicos encargados del tratamiento. Igualmente tengo que estar lista para en cualquier momento bajar al área de radiología y de medicina nuclear, en otras palabras, es un verdadero purgatorio.