La realidad, la dolorosa realidad, es que al día de hoy Acapulco, para todo fin práctico, se encuentra desamparado. Si acaso se hacen esfuerzos por iniciar su reconstrucción, o quizás incluso requerida refundación, estos no se notan. Aún faltan alimentos, crecen las enfermedades, no hay empleo ni actividad económica significativa, los ESCOMBROS siguen tirados y no se detecta ningún esfuerzo palpable por remediar la situación.