La democracia es conflicto; las Fuerzas Armadas son obediencia. Por eso es tan importante institucionalizar el control civil sobre la milicia, para evitar la tentación de que el imperativo de disciplina que se espera de las segundas termine imponiéndose sobre la disputa que es consustancial a la primera. No es una especulación teórica, la historia de América Latina (no hace falta ir más lejos) está llena de episodios muy sombríos, aunque también muy pedagógicos, en ese sentido. Cada uno con sus particularidades, sin duda, pero de los que se pueden extraer dos conclusiones generales: la primera es que los ejércitos no suelen ser fuerzas democráticas ni democratizadoras; la segunda, que las democracias difícilmente se consolidan mientras los militares ejerzan algún tipo de poder político.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).