OPINIÓN

Cucar

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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A unos días de la elección intermedia, la Presidencia se entrega a la provocación. En sus mensajes diarios el Presidente habla con puya. Desde el Palacio Nacional pincha para enardecer, para recoger la reacción de los agredidos, para extraer respuesta a sus embates. La planeación de su gobierno se dedica a eso: a diseñar la provocación de la mañana siguiente. A seleccionar las fotos que serán exhibidas, a sembrar las preguntas en los periodistas afines, a pensar en el golpe escénico del día siguiente. Parafraseando aquella gran novela de Martín Luis Guzmán, podría decirse que la política lopezobradorista, política pendenciera, solo conjuga con un verbo: cucar. El verbo es uno de los favoritos del Presidente porque es, para él, más que un entretenimiento, una estrategia. Cucar es provocar por diversión. Es buscar el enojo del otro, irritar por gusto. La comunicación del Presidente se ha dedicado a eso: a cucar a las instituciones y a las organizaciones sociales, a los intelectuales y a los medios de comunicación, a los inversionistas y a los gobiernos extranjeros. Por alguna extraña razón, el Presidente imagina que la indignación que provoca cotidianamente le concede razón. Se enfurecen, luego tengo razón. En la irritación de sus adversarios encuentra la medida de su éxito.