Me inquietó un poco el rostro de Gerardo Martino cuando se marchó al vestidor una vez finalizado el encuentro ante El Salvador. Sé que siempre ha sido -y que nunca dejará de ser- un tipo serio, poco expresivo y nada efusivo, pero verlo caminar con la mirada perdida observando al suelo con la mandíbula ligeramente apretada, me hace pensar que no la está pasando del todo bien. Que está preocupado y poco conforme con lo que ha visto de su equipo en los últimos partidos amistosos y en la Copa Oro.