Buena parte de la crítica contra las donaciones filantrópicas deducibles de impuestos gira en torno a dos temas. El primero es que se prestan para aparentar generosidad donde lo que habría, más bien, es ingeniería fiscal. El segundo es que pueden terminar sirviendo para que la sociedad civil se convierta en una suerte de sustituto parcial del Estado. El tema es complejo, tiene multitud de aristas y matices, pero también es muy susceptible de ser utilizado para hacer politiquería, para mezclar inquietudes legítimas con intereses espurios. Hay un debate importante, significativo, sobre qué implicaciones éticas y políticas tiene un mecanismo de esa naturaleza, una transferencia de recursos que podrían erogar las autoridades elegidas en función de un proyecto que cuenta con apoyo mayoritario pero que, en su lugar, acaban en poder de instituciones del llamado "tercer sector" (privadas, aunque no lucrativas) cuyas agendas y operaciones no están del todo sujetas al mismo tipo de competencia o control democrático.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).