Es común pensar que los presidentes cometen errores por defectos de personalidad, fallas de juicio o por sesgos ideológicos. Pero en su libro sobre por qué fallan los presidentes (Why Presidents Fail, Washington DC, 2016), la politóloga estadounidense Elaine Kamarck propone un argumento distinto: que la principal fuente de los fracasos presidenciales es la ignorancia, la indiferencia o la incapacidad de los jefes del Poder Ejecutivo para entender los gobiernos que encabezan. Los mandatarios suelen ganar elecciones por su habilidad para convencer a los votantes de que quieren hacer cosas buenas; sin embargo, en última instancia el éxito de sus mandatos no depende tanto de ese talento persuasivo como de su habilidad para hacer las cosas bien. En consecuencia, dice Kamarck, ya en el poder los presidentes deberían pasar menos tiempo dando discursos y cuidando su imagen para agradar a la opinión pública y más tiempo aprendiendo cómo opera y haciendo funcionar el aparato de la administración pública. Comunicar no es gobernar.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).