¿Quién comunica mejor? ¿Una persona que habla menos de cinco minutos, dos o tres veces a la semana, y que diseña con cuidado sus mensajes? ¿O varias personas que hablan más de una hora, todos los días, e improvisan sus mensajes sobre la marcha? Decía Paul Watzlawick que no existe tal cosa como el proceso de no comunicar: todo, de un modo u otro, comunica. Pero tal vez sí existe el acto de comunicar en exceso. No me refiero a hablar mucho y decir poco; tampoco al hablar desordenado de quien como dice una cosa dice la otra. Me refiero a lo que ocurre cuando se dicen tantas cosas que al final resulta difícil saber, bien a bien, qué fue lo que se dijo entonces. Dar demasiada información también puede ser una forma, involuntaria o deliberada, de desinformar. Por eso en la comunicación, lo mismo que en la arquitectura y otras disciplinas, hay una fórmula que expresa con elocuente sencillez la crucial relación que a veces existe entre la economía y la efectividad: menos es más.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde además dirige el Programa de Periodismo.