Celebra Lydia Romero 40 años de danza
Francisco Morales V.
Cd. de México (27 julio 2015) .-12:27 hrs
"Hay que triunfar con Buonarroti", dice la coreógrafa Lydia Romero, desde un espacioso e iluminado salón de ensayos, con paredes de espejo. El 6 de agosto, cuando celebre 40 años de trayectoria artística, habrá de compartir el Palacio de Bellas Artes con el gigante renacentista.
Como los mármoles del florentino, Romero se resiste a la fugacidad. "Pareciera que la danza es un arte efímero, que se pierde en el instante en el que termina la obra, pero es muy interesante ver cómo las partituras habitan de manera permanente en el intérprete", reflexiona.
Para celebrarse, ideó Escaparates, un ejercicio de memoria colectiva. La sala principal del recinto capitalino habrá de recibir a 18 artistas que reinterpretan y actualizan piezas de la homenajeada. "Parte de este ejercicio es volver a visitar los momentos emblemáticos de algunas de la obras que han sido bailadas por estos intérpretes hace años", explica.
Las edades y trayectorias de los colaboradores oscilan de un lado a otro, desde la reconocida maestra Cora Flores hasta coreógrafos recién egresados de la Academia de la Danza Mexicana, que Romero dirige.
Desde ese mismo espacio, se le cuestiona sobre las temáticas que han definido su obra, de más de 50 coreografías.
"Yo diría que la ciudad, lo urbano; el aspecto humano, las relaciones humanas; la frivolidad, que es algo presente en todas las obras; y el autoescarnio, que me parece una herramienta fundamental para poder cambiar y no aburrirse siendo uno mismo", responde.
La idea de un escaparate, como un espacio donde se muestran los bienes que deberían ser deseados, a decir suyo, también se usa para reflexionar sobre la manera en la que se busca incesantemente capturar la belleza. Esto, como se sabe, es el sino del artista.
El cambio del que habla ha sido, paradójicamente, una constante. Esta característica la imprimió en el nombre de la compañía que dirige y fundó en 1982: El Cuerpo Mutable / teatro de movimiento.
"Todo cambia: cambia el cuerpo, te vas dando cuenta cómo el instrumento se va desarrollando, cómo se va volviendo más hábil y más añejo. Hay capacidades que ya no tienes, pero encuentras otras", asegura.
Y remata: "El territorio de la danza es inacabable". Así, estima, es como su trabajo ha transitado desde lo barroco a la búsqueda de lo esencial.
Como muchos de los destacados bailarines de su generación, Romero proviene de las filas del Ballet Nacional de México, bajo la tutela férrea de Guillermina Bravo.
Su separación de esta compañía constituye un hito por sí mismo, pues dio inicio a otra compañía de gran relevancia: Forion Ensamble, junto con Jorge Domínguez, Eva Zapfe y su hermana, Rosa Romero.
"Fue una ruptura entrañable, porque nunca dejamos de querernos, pero absolutamente indispensable y saludable", recuerda sonriendo. "Como cuando te sales de tu casa: tiene que suceder".
Además de su labor como artista, Lydia Romero ha transitado por todas las aristas de la profesión. Desde la academia, como actualmente, hasta por puestos públicos de la cultura, como la titularidad de la Coordinación Nacional de Danza del INBA.
"Hemos trabajado mucho por la dignificación del oficio (de la danza) en la sociedad, por que se considere una profesión digna en el sentido más amplio de la palabra. Por eso es tan importante estar cerca de la gestión pública, por la profesionalización de los saberes", declara.
Escaparates, precisamente, es una celebración de la labor del intérprete y su labor social. Aunque no da muchos detalles para no arruinar la sorpresa, cuenta que la pieza comenzará afuera del Palacio de Bellas Artes, con la gente de a pie.