OPINIÓN

Carlos Chávez: El derecho de no celebrar un gol

Félix Fernández EN REFORMA

MIN SEG

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Siempre me ha parecido una imagen tan ridícula como absurda ver a un futbolista renunciar a la celebración tras anotar un gol, simplemente porque algún día formó parte de la institución que acaba de vencer.

Si un jugador ya no forma parte de un equipo se debe únicamente a 2 posibilidades: su buen rendimiento o su poca eficiencia. En el caso del primero debería estar agradecido con la nueva institución que le ha fichado. Si, por el contrario, su salida del equipo de sus amores se debió a que no tenía cabida, también debería estar agradecido con quienes le han tendido una mano para rescatarle ¿cierto?

Pero el gran problema llega cuando, no solo se ha vencido al ex equipo, sino que además esos colores significan la afición y la pasión de toda la familia por generaciones... y ese gol se convierte en el empujón definitivo para descender de categoría al equipo de sus amores, por primera vez en sus 84 años de historia.

Este es el caso de Carlos Chávez, arquero de Patriotas de Tunga, un desconocido equipo que acaba de ascender por primera vez a la máxima categoría en Colombia, luego de vencer en penales al equipo más ganador del futbol colombiano: América de Cali. Chávez atajó de manera excepcional durante el encuentro definitivo que se definió en penales, tras el doble empate a un gol. Durante la serie atajó un tiro y, tras acompañar con su vuelo el disparo del capitán Jairo Castillo, que se impactó en su poste izquierdo, tomó el balón con toda calma, ejecutó el quinto y definitivo con gran seguridad, fuerza y colocación... Gol. Anotación que significó el ascenso de Patriotas y la locura de sus compañeros... de todo el equipo menos él mismo. Carlos Chávez permaneció inmóvil con un semblante absoluta y auténticamente triste: si por un lado su anotación le daba el ascenso a su equipo actual, por el otro le daba el descenso al equipo de su corazón y en el que debutó.

Chávez no celebró, no era una pose premeditada... simplemente no pudo celebrar. En segundos quedó bajo una montaña de compañeros eufóricos, minutos más tarde lloraba inconsolable en el vestidor mientras le llovían amenazas en las redes sociales.

Si tanto duele anotarle a su ex equipo, la solución es fácil: no anotarle. Chávez lo pensó esos breves segundos antes de cobrar el penal, afortunadamente para las grandes historias contemporáneas de futbol y para él mismo, prefirió anotar y celebrar su boda, 3 días después, oculto del alcance de los enardecidos aficionados del América y no avergonzado por engañar a su propia dignidad.

 

ffernandez@reforma.com

Twitter@felixatlante12