Hace unos días fui abordado por un delincuente. Desde que lo vi me dio desconfianza. Simplemente me tomó de la camisa con su mano izquierda, me pidió el celular que llevaba expuesto y me ordenó entrar a un callejón; de inmediato le ofrecí el teléfono, pero me resistí a ser llevado al callejón. Giré hacia la calle y caminé de espaldas mientras con la mano derecha el ladrón movía algo en su pistola para intimidarme.