OPINIÓN

Campeones y arbitrajes

Roberto Gómez Junco EN REFORMA

MIN SEG

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Después de 29 años y medio de haber obtenido el anterior, Tigres redondeó con la obtención de su tercer título de Liga su magnífico 2011, en el que jugó mejor y cosechó más puntos que cualquiera.

Con un futbol que alcanzó niveles de brillantez, y enmarcado por un ambiente que muy de vez en cuando, quizá nunca, se ha visto en el futbol mexicano, estos consistentes y equilibrados Tigres de Ricardo Ferreti avasallaron a un Santos que ante la adversidad y con su ejemplar entrega simplemente hizo lo que pudo.

Pero a pesar del futbol desplegado y de todo lo que rodeó la coronación de un campeón evidentemente por encima del promedio de campeones, para variar, es el del arbitraje.

Es cierto que la expulsión de Oswaldo Sánchez marcó un antes y después, como lo marcó en el primer partido la tarjeta que Juan Pablo Rodríguez se sacó solo, pero pensar que fue un error arbitral lo que definió al campeón es errar lamentablemente en el diagnóstico.

Dicha jugada, después de ser vista en innumerables ocasiones y desde distintos ángulos por expertos en la materia, como Arturo Brizio, Edgardo Codesal, Felipe Ramos Rizo, Eduardo Brizio y Bonifacio Núñez, no logra la unanimidad y es vista por unos como de tarjeta amarilla y por otros de roja, aunque por todos como clarísima falta y por lo tanto inobjetable penal (a mí apúntenme entre quienes la ven de amarilla).

Y sin embargo, a un árbitro que debió sancionar de inmediato y sin repetición de por medio, y cuya marcación coincide con algunos destacados ex árbitros, pretende satanizársele y convertírsele en el factor primordial de un partido en el que en realidad, y por mucho, las figuras y el factor lo fueron los Tigres, el equipo que mejor futbol jugó en el torneo y en la Liguilla, que fue claramente superior al Pachuca y al Querétaro en Cuartos y en Semifinales, y que desplegó el mejor futbol en ambos duelos de la Final, incluso durante los 40 minutos en los que se jugó 11 contra 11.

En un balompié mexicano con tantos "campeones de panzazo", se menosprecia a uno que lo fue con más claridad y mejor futbol que la mayoría, sobre todo a partir de las Liguillas, plagadas de campeones reglamentarios pero con un juego "de medio pelo".

Si de campeones a campeones no distinguimos al que lo es con mejor futbol y merecimientos, no nos quejemos después con la proliferación de grises campeones que sólo dejan un título en el registro, pero nunca los maravillosos goles, las magníficas jugadas o todo un partido en la memoria; como éste del domingo quedará en la de tantos.

No hay que ser.

 

Twitter/rgomezjunco

gomezjunco@reforma.com