El hotel Carlota, a unos pasos de Reforma tiene un patio abierto con una alberca angosta al centro. Hay muchos vidrios, terrazas voladas, una cocina abierta, equipada, y un espacio bajo la sombra de los árboles, donde podría comerse muy a gusto. Cada rincón es fotogénico y está lleno de extranjeros disfrutando la vida capitalina y el sol que se filtra hasta el patio.