Busca Grecia recuperar sus tesoros
Irene Savio / Enviada
Atenas, Grecia (18 febrero 2015) .-00:00 hrs
La mejor arma para recuperar piezas arqueológicas perdidas es la diplomacia, no la agresividad, dijo a REFORMA Dimitrios Pandermalis, director del museo de la Acrópolis y uno de los arqueólogos más prestigiosos de Europa.
"Llevo años en esta batalla, años en los que he combatido con uñas y dientes para que se restituyan las piezas arqueológicas sustraídas a Grecia que se encuentran en museos de otros países.
"La conclusión a la que he llegado es que la agresividad es inútil, pedirlo todo y ya es inútil, sobre todo si el interlocutor es una potencia mundial mucho más fuerte que uno", indicó Pandermalis.
"Ese es mi consejo, incluso para México, que sé que tiene un problema similar", aseveró.
Por esta razón, una de las alternativas que él está promoviendo es pedirle a los países que poseen piezas arqueológicas de su país es devolverlas en préstamos de largo plazo.
"A cambio, nosotros les ofrecemos el envío de otras piezas.
"Esto ya ha funcionado con algunas piezas griegas que se encontraban en los Museos Vaticanos y también es lo que le estamos proponiendo al British Museum de Londres, que conserva algunas de las piezas más importantes del Partenón", añadió el arqueólogo.
Es un hecho que, desde hace ya varios años, el Gobierno griego aspira a reunir en el museo de la Acrópolis la colección del Partenón actualmente en varias instituciones europeas.
El museo del Louvre y del Vaticano han enviado señales positivas, en particular el último, mientras que Londres desatiende completamente la petición de Atenas, manteniendo las esculturas que Lord Elgin, Embajador británico en el Imperio Otomano, removió del friso del Partenón entre 1801 y 1805.
Aun así, según Pandermalis, es un absurdo que estas piezas se encuentren lejos de Grecia, ya que las unas no tienen sentido sin las otras.
Una ardua labor
Pero el investigador insiste que el museo de la Acrópolis ha realizado un gran trabajo para subsanar siglos de saqueos.
"Muchas piezas no están y de otras sólo hay partes, pero el museo se ha encargado de poner copias en su lugar, de manera que los visitantes tengan el conjunto", explicó Pandermalis.
"Pero, así y todo, somos uno de los museos más prestigiosos en el mundo. El año pasado recibimos un millón 161 mil visitantes, muchos griegos, estadounidenses y franceses. Y la tendencia que observamos es que más visitantes visitarán el museo en los próximos años", dijo convencido el director.
Según explicó, en 2009, cuando el museo fue inaugurado, fueron recibidas 2 millones de personas, pero luego esa cifra fue disminuyendo por la crisis económica internacional y europea, y sólo en los últimos dos años se está dando un giro positivo.
"Para atraerlos intentamos inventarnos eventos nuevos, seminarios y encuentros académicos, y además usamos mucho las tecnología", detalló.
Por ejemplo, cuentan con pantallas que muestran cómo era en la antigüedad la acrópolis ateniense.
Aunque la modernidad no fue fácil de integrar a los antiguos vestigios, sólo basta con recordar la integración del moderno edificio del museo: se empezó a planear nueve años antes de su apertura, en el año 2000, y recibió apoyo de expertos de un centro sismológico de Estados Unidos y otro especializado en obras de ingeniería de Alemania.
Todo fue planificado al detalle: primero se perforó el suelo hasta los 17 metros, poniendo mucha atención a no destruir otros restos allí presentes, luego fueron puestos 100 pilares de cemento en los espacios libres que había entre un vestigio y el otro.
"Eso es lo que hace que el museo dé la sensación de estar flotando, pues está dividido en dos partes, abajo los pilares y arriba el propio museo, que además posee fachadas de cristal, lo que permite el contacto visual entre las esculturas exhibidas en el museo y el propio monumento en la colina", describió Pandermalis.
"Todo fue estudiado para reducir al mínimo el riesgo de daños a causa de un terremoto y también para evitar dañar los restos que se hallan en el suelo debajo del museo", añadió.
Lo que hasta ahora ha dañado al museo ha sido la crisis. Las obras para hacer visibles al público unos restos en los subsuelos del museo permanecen paralizadas desde hace dos años.
Sin embargo, las cosas empiezan a ir mejor.
En la actualidad, el museo vive de lo que produce: cuesta y genera alrededor de 6 millones y medio de euros al año, que la estructura usa para mantener el sitio y pagar a sus 200 empleados.
Incluso la parte gastronómica cuenta, pues la cafetería del museo es otro de los medios para generar fondos.
"En Grecia, siempre intentamos conquistar el paladar de nuestros clientes", afirmó con una sonrisa Maria, una de las camareras.