¿Buen humor?
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
Don Cucurulo, señor de edad precámbrica, contrajo nupcias con Pompona, mujer en flor de edad y exuberante geografía tanto en la longitud como en la latitud. Al regreso del viaje de bodas las amigas de la frondosa desposada le preguntaron con curiosidad no exenta de malicia cuántas veces le había demostrado amor su provecto marido en el curso de la semana. Respondió ella: "Casi todos los días". "¿Casi todos los días?" -se maravillaron las amigas. "Sí -confirmó Pompona-. El lunes, casi... El martes, casi... El miércoles, casi..."... Había una gresca monumental en una calle del pueblo, y el gendarme Babalucas la veía desde una esquina sin hacer nada. Le preguntó un ciudadano: "¿Por qué no interviene?". Replicó Babalucas: "A mí me encargaron cuidar el orden, y eso es desorden"... Ya conocemos a Capronio, sujeto ruin y desconsiderado. Anoche llegó a su casa en horas de la madrugada. No sólo trascendía a licor corriente: traía además en la camisa manchas de bilé, o sea lápiz labial, colorete, pintalabios. Su esposa le preguntó hecha una furia: "¿De dónde vienes?". Replicó el tal Capronio: "No me lo recuerdes, porque me devuelvo"... A la adulación y la mentira el zar del coronavirus ha añadido la opacidad y falta de vocabulario. En efecto, al principio de la pandemia López-Gatell manifestó que AMLO era líder moral, no de contagio. La ingrata realidad se encargó de desmentirlo: López Obrador fue contagiado, y muy posiblemente contagió. A todo lo largo de estos largos meses el subsecretario de Salud ha hecho un manejo político de las cifras relacionadas con la pandemia, cuya curva ha aplanado en repetidas ocasiones sin que ese aplanamiento correspondiera a la verdad. Ahora, a raíz del confinamiento del Presidente, anuncia que no se darán reportes sobre su salud, por ser la enfermedad del mandatario una cuestión privada. No hay tal. López Obrador es un funcionario, el máximo de todos, y la ciudadanía tiene derecho a conocer todo lo relativo a las condiciones en que se halla el Presidente después de haber adquirido el virus. En lo que hace a la falta de vocabulario López-Gatell declaró que AMLO se encuentra "de buen humor". ¿Buen humor en medio de más de 150 mil muertos? ¿Buen humor con enfermos que fallecen por falta de oxígeno y medicamentos? ¿Buen humor ante hospitales abarrotados y personal médico agotado hasta la extenuación? ¿Buen humor con vacunas que no llegan, y cuando llegan son administradas con notoria ineficacia? Si el vocero de la pandemia tuviera un manejo mejor de las palabras -y un poco más de prudencia- habría dicho que el Presidente estaba de buen ánimo, cosa muy diferente a estar de buen humor. En esas manos estamos. O en esos pies... Horresco referens. Me horrorizo al relatarlo. Esas palabras puso Virgilio en boca de Eneas al narrar la muerte de Laocoonte, estrangulado junto con sus hijos por dos serpientes como castigo por haber advertido a los troyanos del peligro de introducir a la ciudad el enorme caballo de madera en cuyo interior iban los guerreros griegos que al final tomaron Troya y la asolaron. También yo -salvada toda proporción- siento zozobra al dar salida al chascarrillo final de hoy. Las personas con repulgos de conciencia no deberían leerlo... Don Hubertino, famoso cazador, contó en la cena de parejas su última aventura venatoria: "Siguiendo a un ciervo con cornamenta de 14 puntas me vi obligado a meterme hasta los hombros en un río de aguas tan heladas que por él iban témpanos de hielo. Tan gélida estaba la corriente que mi masculinidad se puso así". Y señaló con los dedos una medida de dos pulgadas. "¿Cómo? -exclamó con asombro su esposa-. ¿Se te aumentó?"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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