Brillo en los ojos
Eduardo Caccia EN REFORMA
De los exámenes escolares tengo recuerdos encontrados. Tuve un gran maestro de matemáticas, Jáuregui, que nos hacía resolver problemas en el pizarrón y nos exigía hablar en voz alta el razonamiento. Recuerdo también aquella vez cuando, durante el último semestre de la carrera, entró al salón, en pleno examen, uno de los funcionarios de la facultad, para revisar el "pelo largo" (equivalente a tener la oreja cubierta). Usar barba era una afrenta mayor, y yo traía una barba incipiente; eran los inicios de diciembre y quería aprovechar las vacaciones. "¿Qué significa esa barba?", me preguntó el directivo universitario. Mi respuesta arrancó la risa del grupo (y también mi examen, pues quedó con una marca de invalidado, o algo así): "Voy a participar en una pastorela". Entre el eco de las carcajadas, el inspector de pelos y barbas remató: "Si le interesa más el teatro, dedíquese al teatro".
Nací arqueólogo sin saberlo. Una cueva remota y oscura confirmó mi vocación: lo mío sería desenterrar significados. Veo cosas y escribo y escarbo. Leo para darme cuenta lo poco que sé de todo. Fundador de Mindcode, ayudo a innovar y entender la conducta del consumidor. Hago preguntas para encontrar respuestas y después tengo más preguntas. Lo mío es caminar en la cueva, encontrar la luz y volver adentro. Al final espero un epitafio corto: Signifiqué.