Después del fanfarrón, llega el doliente. Donald Trump fue eso: un hombre que hace alarde de lo que no es. Que es un gran empresario, que usa las mejores palabras, que es el más estable de los genios, que es experto en todo y que comprende de inmediato lo más complejo. Joe Biden, su sucesor, está en el extremo opuesto de este farol. Un político católico que habla desde la humildad o, más bien, desde el duelo.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.