El retroceso democrático del país es brutal. En unos cuantos años hemos retrocedido décadas. Caminamos al voto con las instituciones electorales más débiles de la historia democrática. La Presidencia viola la ley a su antojo para apoyar a su heredera. Los medios le hacen vacío a la oposición. Los empresarios se trepan al camión oficialista haciendo cálculo de las ventajas que les ofrece el vasallaje. Los derrotados se humillan para aparecer en la foto. Los intelectuales ofrecen razones para distanciarse del gobierno agonizante al tiempo que brincan a elogiar a quien sí hará realidad el gran proyecto traicionado. El mensaje del poder en su renovación, más que triunfal, es soberbio: la historia les pertenece. Como bien se dice en el libro que ha coordinado Ricardo Becerra y que se acaba de publicar, "el daño está hecho".
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.