Este año de elecciones y guerras en el mundo quedará en la memoria mexicana como el año en que se consumó el cambio de régimen. En 2024 se dieron los golpes mortales a la Constitución y al pluralismo. El país ha dejado de tener ley suprema porque quienes se apropiaron de la mayoría calificada se han atribuido el poder de hacer con ella lo que quieran. Podrán rehacerla a su antojo, violarla sin consecuencia alguna. Hemos perdido Constitución porque el Poder Judicial ha quedado sometido a la lógica de la representación mayoritaria; porque se han eliminado las protecciones elementales de su autonomía. México ha dejado de ser una democracia defectuosa, un régimen híbrido, para integrarse al espacio de los regímenes francamente autoritarios.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.