OPINIÓN

Asuntos quemantes

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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En la marcha de las mujeres que protestaron en Washington tras la toma de posesión de Donald Trump, se vio una pancarta que decía "Hagamos que Margaret Atwood sea ficción otra vez." La elección del patán que hacía gala de su misoginia puso El cuento de la criada, su novela más famosa, en el centro de atención. El libro, que pronto se convertiría en serie, muestra un totalitarismo patriarcal. Un estado que se apropia del cuerpo femenino. Era una respuesta a la derecha religiosa en Estados Unidos que tenía la determinación de echar abajo los avances del movimiento feminista. ¿Qué pasaría, se preguntaba, si esos personajes conquistan el poder? Vivía entonces en Berlín y leía que en Rumania el dictador Ceausescu había decretado que a todas las mujeres de su reino le correspondía parir, por lo menos, cuatro hijos para ofrecer a la patria. En esa atmósfera escribió, con una máquina de escribir rentada, el Cuento de la criada. La distopía parecía, a mediados de los años ochenta una idea descabellada. Hay quien la lee ahora como una metáfora del presente. La violación, más que un crimen, un deber frente al Estado.