OPINIÓN

Arquitectura del éxtasis

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 00 SEG

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Tres epígrafes abren La cima del éxtasis (Trotta, 2021), el hermosísimo libro de Luce López-Baralt sobre la experiencia mística. El primero viene de los cánticos de San Juan de la Cruz: "Esto creo no lo acabará bien de entender el que no lo hubiere experimentado." El segundo es de las Moradas de Santa Teresa de Jesús: "Es bien dificultoso lo que querría daros a entender, si no hay experiencia." El último es del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal: "Es como explicarle a un ciego el color azul." Las tres líneas anticipan la dificultad de encontrarle palabras al éxtasis y la necesidad, al mismo tiempo, de buscarlas y compartirlas, aún sabiendo su pobreza. La ensayista anuncia, desde la entrada, su fracaso: por más que se empeñe, por más que acuda a la poesía, a la teología, al arte, no logrará atrapar la vivencia. El místico, cita a José Angel Valente, "se debate entre la imposibilidad de decir y la imposibilidad de no decir."