Antes del saludo, el puñetazo. El presidente Trump ha dejado ya las amenazas y ha pasado a los golpes. Unos días después de regresar a la Casa Blanca se ha lanzado, no en contra de sus enemigos, sino contra sus principales socios y vecinos con medidas de una hostilidad injustificable. Canadá y México reciben trato de enemigos. El vecino del norte y el del sur son, sin duda, los principales afectados por la embestida proteccionista. Los primeros en la lista de venganzas del presidente Trump. Para dar muestra de poder, para cumplir su oferta de campaña, para complacer a su base electoral, Donald Trump ha decidido lanzar las bombas económicas. El Presidente es claro en su motivación: no lo mueve el desequilibrio en el intercambio sino lo que él define como una emergencia de seguridad. La fundamentación de aranceles contra sus vecinos es abiertamente bélica. La imposición del castigo se basa en poderes extraordinarios concedidos a los presidentes para combatir a sus rivales en una emergencia. Así debe entenderse la decisión de Trump: como una declaración de guerra comercial.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.