Aprobación
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
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"¡No puedo creer que ya estemos casados!". Eso le dijo Chonita, la flor más bella del ejido, a su flamante esposo, el charro Críspulo, al empezar la noche de las bodas. Como él no respondió a esa vehemente exclamación, volvió a decir la enamorada novia: "¡No puedo creer que ya estemos casados!". Nuevo silencio del charro. Y otra vez Chonita, que esperaba una respuesta: "¡No puedo creer que ya estemos casados!". Entonces sí habló el charro Críspulo: "Espera a que pueda quitarme este maldito pantalón, que me queda muy apretado, y en seguida te lo demostraré"... El juez le preguntó, severo, a la acusada: "¿Por qué le rompió usted una silla a su esposo en la cabeza?". Replicó la mujer: "Porque no pude levantar la mesa"... "En Coahuila la ley sí es la ley". Esa frase la dijo el gobernador Miguel Riquelme al rendir su Quinto Informe de Gobierno. Puedo dar testimonio de que tal expresión corresponde a la verdad. Coahuila es, efectivamente, una entidad segura en la cual se puede vivir y trabajar en paz. Cuantas veces la delincuencia organizada ha pretendido entrar aquí, sus sicarios han debido emprender la retirada tras toparse con una eficaz y vigorosa resistencia tanto de las fuerzas estatales y municipales como del Ejército y la Guardia Nacional. Soy poco dado a asistir a los Informes de Gobierno. Suelen ser largos y aburridos, una tediosa relación de cifras y datos estadísticos que mueven al bostezo y obligan a luchar denodadamente contra el sueño. Dice el sabio apotegma: "La mente capta lo que la nalga aguanta". En esos informes ambas partes son sometidas a muy dura prueba. A este informe del gobernador Riquelme, el cual fue breve y preciso, asistí como muestra de reconocimiento a su labor no sólo en el campo de la seguridad, sino también de los demás rubros de la administración. En vísperas de la elección de quien habrá de sucederlo puedo decir que Miguel Riquelme es uno de los mejores gobernantes que mi estado natal ha tenido en los últimos tiempos. Todos los coahuilenses, aun quienes forman filas en la oposición, concordarán conmigo. Recibió un estado dividido, y llevó a cabo un empeñoso trabajo de conciliación que unió a todos los coahuilenses en un esfuerzo solidario para lograr el bien de la comunidad. Lo primero que hizo fue deslindarse de su antecesor, pues muchos pensaban, yo entre ellos, que sería manipulado por él. Estábamos equivocados. Realizó su propio gobierno. Yo fui hostigado por Rubén Moreira, tanto que sin yo solicitarlo el gobierno federal me incluyó en su programa de protección a periodistas en riesgo. Pues bien: el mismo día de su toma de posesión, Riquelme se refirió a mí como coahuilense distinguido, en la presencia misma de quien tanto me había denostado por criticar sus proyectos políticos. Eso, por fortuna, pertenece ya al pasado, aunque en el presente Moreira y el tal Alito desprestigien al PRI y se hayan mostrado en varias ocasiones sumisos ante el caudillo de la 4T, poniendo su pellejo por encima no sólo de su partido, sino incluso del interés de la Nación. Ahora Coahuila está bien gobernado, y no dudo en decirlo, pues la tarea del crítico, si no quiere ser un criticón, es no sólo decir lo malo, sino también reconocer lo bueno. Por considerarlo de justicia lo repito: al entrar en la última etapa de su mandato Miguel Riquelme cuenta con la aprobación de los coahuilenses. Habrá de ser recordado como uno de los mejores gobernadores que Coahuila ha tenido en su historia reciente... Libidiano, lúbrico galán, le hizo una petición indecorosa a una chica. Ella le contestó, ofendida: "Soy una dama". "Precisamente -adujo el salaz tipo-. No le iba a pedir eso a un caballero"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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