Yanireth Israde.-
La Universidad de Miami, dirigida por el mexicano Julio Frenk, imparte cursos de interpretación literaria para médicos en formación.
"El diagnóstico es, sobre todo, un ejercicio de interpretación. Si uno aprende a interpretar las obras de Shakespeare, será un mejor diagnosticador, porque mucho de lo que hacemos es escuchar a un paciente, recabar una serie de signos biológicos y hacer una interpretación. Un buen médico no solamente escucha literalmente: interpreta lo que hay detrás de la narración del paciente", explica el especialista en salud pública, cuya niñez transcurrió entre conciertos para piano de Beethoven y Mozart.
"Los tengo grabados. Llegaba a la casa y estaba mi mamá tocando, esos y otros conciertos", cuenta quien ayer ingresó a El Colegio Nacional por decisión "particularmente unánime" de los integrantes de la institución, según destacó el historiador Enrique Krauze, su presidente en turno.
"Humanista de la vieja estirpe de la medicina", le llamó, y lo reconoció también por ocuparse de los lectores con obras como Triptofanito, cuyo protagonista emprende un viaje al cuerpo humano, y una veintena de libros más.
Nieto de la traductora Mariana Frenk-Westheim y sobrino de la filóloga Margit Frenk, el médico aficionado a la ópera -su colección ronda las 250 obras- se forjó también entre palabras. El "frenkismo", el arte de jugar con el lenguaje, es una lúdica costumbre familiar, tan arraigada como la música o la medicina.
"Era una práctica muy común en la familia de mi papá y de mi tía Margit, es un arte muy centroeuropeo, y ellos, siendo alemanes, lo habían cultivado. Y mi abuela, Mariana Frenk, fue una consumada autora del aforismo, que usa mucho el juego de palabras. Desde chiquito era un deleite escucharlos y, cuando alguien tenía la ocurrencia de alterar una sílaba o trasponer la sílabas para dar un significado totalmente diferente, pero ingenioso, era ampliamente celebrado".
Silvestre, su padre, es médico. Su abuelo Ernesto también lo era, lo mismo que el bisabuelo y la hermana, y ahora una de sus hijas se perfila.
Frenk, Secretario del ramo durante la administración de Vicente Fox, optó por la salud pública por gratitud al País que acogió a su familia cuando abandonó Alemania ante la expansión del terror nazi.
"México literalmente le salvó la vida a mi padre, a mi tía, a mis abuelos, e hizo posible mi propia vida. Una motivación muy profunda en todas mis decisiones profesionales ha sido el sentido de gratitud hacia México", dice.
Cuando le preguntan qué es la salud pública, responde que la sociedad es su paciente.
"Y busco tanto diagnosticar los problemas de salud prioritarios de la sociedad, como diseñar los sistemas y políticas públicas a manera de prescripción, como lo hace un médico, pero la sociedad es mi paciente". Un paciente al que aconseja suministrar arte.
Ya que ha escrito tanto: ¿coquetea con la idea de escribir un libreto operístico?
Me encantaría tener el talento, pero después de haber estudiando 250 óperas me sentiría bastante intimidado de poder igualar algunos de esos grandes logros, pero a lo mejor un día mi novela para jóvenes Triptofanito, que se viene publicando por 40 años, podría convertirse en una ópera infantil.