El sueño de cualquier dictadorcillo es deshacer la historia y la cultura al grado que no exista ni un antes ni un después. Para que un individuo domine un gran país tiene que atacar, desacreditar, eliminar intelectuales, maestros, periodistas, artistas, empresarios y científicos. Esto requiere demoler cualquier verdad y figura, salvo la del Tlatoani. Por eso los primeros ataques de Stalin, Mao, Pol Pot y similares se enfocaron en reeducar, o de plano desaparecer, a quienes representan la cultura. Solo existo yo, solo hablo yo, la verdad solo la tengo yo. Los demás son burgueses mentirosos.
Juan Enríquez Cabot es autor de diversos libros sobre tecnología y académico ocasional.