Siempre he encontrado insufrible esa retórica seudofeliz que llega con el fin de año, la frase que lo mismo puedes leer en el calendario de tu carnicería de confianza que en la firma de la empresa o en el texto de un cuasiamigo que si fuera amigo de verdad sabría que no es necesario mandar esos mensajes. Pero los últimos días de 2023, que todavía arde sus cenizas y rescoldos en nuestros corazones, me dieron un desencanto mayúsculo: ya todo se reduce al reenvío de una imagen en jpg que la gente diseña en modo exprés para compartirla con todos sus contactos como un pendiente más: listo, buenos deseos manifestados con tipografía dorada y chispitas danzantes. Acabáramos. Sería menor si no representara un escaloncito más en la desbarrancada del traslado de nuestra identidad real a lo virtual. El engranaje perfecto en el mundo de las No-Cosas de las que habla el filósofo coreano. Sí, ese, Byung-Chul Han.
Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Editorial Plaza y Valdés). Ha colaborado en El Cultural de La Razón, The Washington Post, SinEmbargoMx, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ, Revista SOHO y otros medios. Desarrolla guiones para cine, teleseries y audioseries.