Como regla inviolable, nuestro Congreso debería de tener una máxima: no aprobar ningún cambio legislativo que no beneficie directamente a la población. Caso perfecto de cambiar leyes nada más por cambiarlas, sin lograr con ello ninguna mejora tangible, es la de "salud" que aprobaron en comisiones en julio pasado nuestros Diputados (ya los escuchamos diciéndonos "¡los tuyos!") para cambiar el etiquetado "informativo" frontal en los alimentos.