OPINIÓN

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Isabel Turrent EN REFORMA

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No es sólo la añoranza de lo bueno que el virus se llevó -conciertos, comilonas multitudinarias, restoranes y abrazos y besos no dados- lo que ha llevado a muchos a imaginar el mundo post Covid-19 que nos espera cuando finalmente podamos abrir la puerta. Es la incertidumbre. La inasible respuesta a la pregunta ¿cuándo y cómo va a terminar esto? Muchos se han hundido en el pesimismo y han pronosticado que cuando nos asomemos a la calle vamos a estrellarnos con una crisis económica abismal que borrará los índices de disminución de la pobreza global de los últimos decenios, nos hundirá en una desigualdad económica mayor de la que padecemos y destruirá cualquier posibilidad de consenso global para enfrentar los retos fundamentales del futuro.