AIFA, ¿sueño o pesadilla?
Eduardo Caccia EN REFORMA
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Hay niños que sueñan con ser futbolistas o astronautas, otros con construir aeropuertos. "Mis padres siempre me dejaron volar, nunca me aterrizaron", me dice Francisco, en sentido metafórico, y cuenta su embeleso infantil por ver aeropuertos como "máquinas perfectas que acogían pájaros de acero". Desde entonces soñó con hacer aeródromos. Con el tiempo se hizo arquitecto, se fue de México en busca de proyectos y en Chicago conoció a quien con el tiempo sería su mentor, socio y amigo, Helmut Jahn, heredero de un linaje aeroportuario. En ese despacho de arquitectura había proyectos en Estados Unidos, Europa, Asia y, dentro de todas las posibilidades, el destino toca la puerta cuando a Francisco le encargan la expansión del aeropuerto de Chicago. Su sueño cobraba vida y sería el inicio de una exitosa trayectoria, pues, a la fecha, ha tenido colaboración protagónica en los aeropuertos de Chicago, Bangkok, Shanghái y Beijing.
Nací arqueólogo sin saberlo. Una cueva remota y oscura confirmó mi vocación: lo mío sería desenterrar significados. Veo cosas y escribo y escarbo. Leo para darme cuenta lo poco que sé de todo. Fundador de Mindcode, ayudo a innovar y entender la conducta del consumidor. Hago preguntas para encontrar respuestas y después tengo más preguntas. Lo mío es caminar en la cueva, encontrar la luz y volver adentro. Al final espero un epitafio corto: Signifiqué.