Agua en la CDMX (I)

(13-08-2019).- "El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza."
 
Leonardo da Vinci
 
 
Desde el recorte de agua del año pasado, es tema de conocimiento general que la Ciudad de México vive una silenciosa crisis de agua. Este problema ha ameritado ya dos excelentes reportajes de The Guardian y The New York Times y la Organización de las Naciones Unidas, incluso, ha ubicado a la Ciudad de México -junto a Ciudad del Cabo, Yakarta, Beijing y Sao Paolo, entre otras- como una de las principales 10 megápolis con riesgo de falta de agua potable en el futuro próximo. Ahora con la temporada de intensas lluvias recurrentes regresa la paradójica pregunta: ¿cómo una ciudad lluviosa y con un prominente pasado lacustre puede padecer esta crisis?

El primer inconveniente es que la Ciudad de México importa el 40% de su agua de fuentes distantes -el 30% de los sistemas Cutzamala, en Michoacán y Lerma, en el Estado de México-, pues no cuenta con la infraestructura necesaria para reciclar aguas negras, ni recolectar agua de lluvia a gran escala. El segundo está asociado con la transportación del agua y con las fugas en los 12.000 kilómetros de tuberías (se estima que cerca de la mitad del agua de la capital se pierde por fugas o robo).

El siguiente problema, ya en la ciudad, es la distribución inequitativa del agua en la zona metropolitana. El agua llega al poniente de la ciudad con más presión, beneficiada de la cercanía de Lerma y Cutzamala, y al oriente con menor presión y calidad. En el oriente gran parte de la población solo disfrutan de unas horas de agua al día, y el problema empeora en periodos de sequía, cuando incluso hay un tema de asalto de pipas. El 70% de los hogares capitalinos cuentan solamente con 12 horas de agua al día, según el reportaje de The Guardian.

A esto hay que sumar otros problemas; como el constante hundimiento del suelo por el desgaste de los mantos freáticos, los efectos futuros del cambio climático (como el aumento de la intensidad de sequías y lluvias) o los conflictos políticos que trae la falta de agua en los márgenes de la ciudad.

La Ciudad de México cuenta, en resumen, con un sistema hídrico vulnerable: no tenemos un problema de falta agua, sino de gestión de agua. En este contexto necesitamos un cambio radical en la cultura del uso del agua. Necesitamos primeramente eliminar la falsa noción de que el agua potable es un recurso infinito. Asimismo, debemos desde el sector privado y la sociedad civil, ayudar a socializar el problema como uno colectivo, urgente, que nos compete a todos. También debemos dejar de pensar que el cambio climático es un problema abstracto o remoto.

En términos de políticas públicas, se necesita inteligencia y voluntad política. Recuperar, por un lado, propuesta utópicas como la reactivación de lagos y ríos, pero también proyectar la inversión en plantas, en específico de tratamiento de aguas negras, que resuelvan el problema dentro de la ciudad. Estas son inversiones ambiciosas en el corto y mediano plazo para generar ahorro y mejores soluciones en el largo plazo. Para esto se requiere voluntad política y auténtica visión de Estado. Desde la sociedad civil hay organizaciones, como Agua Capital, que buscan cambios sistémicos para lograr la seguridad hídrica de la ciudad. Ese es el camino.

Creo que los grandes problemas de la capital (movilidad, contaminación, inseguridad, planeación urbana y agua), como en cualquier megápolis, ameritan un examen meditado y propuestas de gran calado que superen los cortoplacismos de la política.

Por ello, con este texto inicio una breve serie de artículos sobre el agua en la Ciudad de México. En una siguiente intervención ahondaré en el tema de los mantos acuíferos. Imaginemos futuros sustentables que nos beneficien a todos, trabajemos sobre ellos.

 
El autor es Presidente de Opciona, A.C
 
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Fecha de publicación: 13-08-2019