Amparo se llamaba y era la envidia de todos, admirada por su pureza y por encapsular conceptos muy avanzados. No crean que se trata de alguna dama llamada Amparo: hablamos del concepto jurídico consagrado en nuestra Constitución -como en Estados Unidos, el "habeas corpus"- siendo una maravilla del concepto democrático de anteponer a los abusos de autoridad las garantías individuales de los ciudadanos.