CULTURA

Actores, metáfora de crisis.- Marta Sanz

Silvia Isabel Gámez

Cd. de México (08 marzo 2016) .-00:00 hrs

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El Premio Herralde ha convertido a la filóloga madrileña Marta Sanz en un personaje de su novela Farándula, una sátira donde el mundo de los actores es una metáfora de la crisis. Sociedades refulgentes en la superficie, pero carcomidas por la desigualdad, la corrupción y el latrocinio.

Siendo una escritora crítica, autora de la editorial Anagrama, que convoca el galardón, a Sanz se le podría reprochar la misma contradicción que a Daniel Valls, su protagonista, un actor de éxito que cuestiona el sistema. "¿El dinero lo legitima todo excepto la conciencia política?", pregunta en su novela. Ahora agrega, entre sorbos de agua: "¿En qué medida puedes ser crítico con el sistema que te está premiando?".

"He escrito una sátira donde lejos de reírme de los demás desde arriba, me he terminado colocando en su mismo plano", señala.

Sanz percibe en la visibilidad que brinda el éxito una trampa perversa: "Te neutralizan, te tapan la boca, aludiendo a tu moral, tu dignidad". Esto implicaría, dice, que ninguna persona de izquierda que alcance el triunfo emita una opinión porque lo van a demonizar.

La agente de Valls reprocha al actor su preocupación por la desigualdad y no por causas rentables, como la libertad y el yes, we can. Sanz critica en su novela lo que llama el "compromiso blando" de los actores hollywoodenses -aparecen Angelina Jolie, George Clooney-, la hipocresía de las galas de beneficencia, la doble moral.

"La última entrega de los Oscar se dijo que había sido política porque Leonardo DiCaprio hizo un alegato de reivindicación medioambiental y se habló de discriminación racial, del maltrato contra las mujeres. Ese es el compromiso tolerado, pero si yo promuevo una visión del mundo donde digo que la riqueza se tiene que repartir de otra forma, será peor recibido".

El punto de partida de Farándula es el ensayo No tan incendiario (Periférica, 2014), donde expone sus inquietudes sobre el estado actual de la cultura, que considera "la cristalización de una ideología" y no un espectáculo para entretener los momentos de ocio, al tiempo que apuesta por escribir "textos que duelan".

"Pensé que esas ideas podían encarnar en personajes de carne y hueso, en escribir una novela que reflejara esos miedos". A la combativa Sanz no le han faltado detractores ni tampoco voces celebratorias, pero desde hace años se guía por una máxima que le dijo su padre: "Hija mía, piensa que sólo los idiotas suscitan la unanimidad".

Con frecuencia le han preguntado si Daniel Valls se inspira en Javier Bardem. Sanz lo define más como un frankenstein. "Tiene algo de Bardem, pero también de Antonio Banderas y de otro actor español, Guillermo Toledo", explica. "Esa mezcla imposible da lugar al leit motiv de Valls: 'Soy un débil mental'".

En el caso de Ana Urrutia, la gran actriz retirada que sufre un infarto cerebral, su intención fue, dice, hacerle un homenaje a otra intérprete española, ya fallecida, María Asquerino. "Un hilo conductor de la novela es la dicción, hablar o no con claridad. Ha habido un cambio en el modelo del actor de teatro y de cine, que ha pasado de tener que vocalizar perfectamente, impostar la voz, a la apuesta por la naturalidad".

Esto significa un cambio de modelo cultural, señala, que en la novela se ve reflejado en los personajes de Valeria Falcón, empeñada en el arte de la dicción, alguien que escoge la lucidez aunque sea peligrosa, y la joven Natalia de Miguel, en guardia para no perder su espontaneidad, conscientemente ignorante de los males del mundo.

"Antes, lo que tenía prestigio era lo más artificioso, esforzado, y ahora, prima la falta de preparación, la velocidad", explica. "(Este cambio de modelo cultural) lo veo con preocupación, pero no de forma apocalíptica. Creo que los escritores debemos estar muy atentos para, con las herramientas de internet, inventar nuevos géneros literarios".

Farándula reivindica también, señala, la importancia de establecer vínculos reales entre los seres humanos, un contacto físico, no etéreo, como el que se da frente a la pantalla de la computadora.

"Creo que tanto en el amor, como en la cultura e incluso en la política, hay que reinstaurar vínculos fuertes. Me parece bien solidarizarse con una petición de change.org, pero eso no basta. Eso sirve para lavarnos la conciencia, pero la función real de la literatura es resignificar palabras que nos han robado, como libertad".

En Farándula, los diálogos están incorporados al dibujo sicológico de los personajes. La razón es literaria, indica Sanz, creadora del detective gay Arturo Zarco, que aparece en Black, black, black y Un buen detective no se casa jamás, y autora de poemarios como Perra mentirosa y Hardcore.

Resultaba inverosímil, explica, incluir diálogos en estilo directo cuando al final del libro se descubre que esa narración que parecía en tercera persona, en realidad está contada por un solo personaje. "Es una voz haciendo un ejercicio literario que oscila entre la esquizofrenia y la ventriloquía para dar su visión del mundo".

La voz narrativa de la novela se relaciona con el oficio del actor, que a su vez es similar al del escritor, indica. "Ambos se están poniendo permanentemente máscaras, impostando voces que al final lo que hacen es desnudarlos. Creo que toda ficción tiene un margen autobiográfico, en la medida que siempre hablas de tus pulsiones, ideología, traumas, deseos".

Farándula se presenta este martes a las 19:00 horas en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, colonia Hipódromo Condesa). Acompañan a la autora las escritoras Anamari Gomís, Julia Santibáñez y Laura Martínez-Belli.