A mejor vida
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
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No podía haber pareja más desigual que ésa. Tilico era pequeño, escuchimizado, enclenque. Su novia Cachalota, en cambio, era de la marca Rubens: grandona, abundante de carnes, adiposa. Los polos opuestos se atraen, dice una ley de física. Y es cierto. Por ejemplo, el argentino Leopoldo Lugones y el español Leopoldo Alas, "Clarín", tenían estilos muy diferentes, y sin embargo cada uno gustaba de la obra del otro. El padre Arsilio ofició el matrimonio religioso de la singular pareja. Para bendecir a Tilico requirió una sola hisopada, en tanto que para asperjar a Cachalota necesitó un galón de agua bendita. Los novios -o mejor dicho el medio novio y la doble novia- salieron a su luna de miel. En el hotel donde pasarían la noche de bodas Tilico pidió cama matrimonial. "No -opuso Cachalota-. Que sea king size". "¿Por qué king size?" -preguntó él. Replicó ella: "Espera a que me quite la faja". Terminado el viaje nupcial los desposados regresaron a su pueblo. Días después el padre Arsilio se topó en la calle con Tilico y le preguntó: "¿Qué tal el matrimonio, hijo? ¿Cómo lo has encontrado?". Contestó el recién casado: "Batallando, padre, pero lo he encontrado". (Nota. Para batallar menos debe buscarse un amigo que le dé palmaditas en las pompas y le diga lo que el asistente del chofer de un camión grande al conductor en el momento de entrar al corralón: "Dale, dale... Quebrándose, quebrándose...")... El cliente del Restorán Cio le pidió a la mesera que le trajera una hamburguesa y un hot dog. La mujer trajo primero la hamburguesa. Le puso al señor el plato con las dos mitades de pan, la lechuga, el tomate, la cebolla, etcétera, y luego se sacó la carne de abajo de una axila. Explicó: "Ahí me la pongo para que no se enfríe en el trayecto de la cocina acá". De inmediato dijo el cliente: "Cancele la orden del hot dog". (No le entendí)... Don Poseidón, granjero acomodado, viajó a la ciudad a fin de visitar a su hija Glafira, que estudiaba en la universidad. Fue a la residencia de alumnas y preguntó por ella. Le informó la encargada: "Glafira está en la cama con amigdalitis". "¡Cielo Santo! -exclamó consternado el vejancón-. ¡Ahora un griego!"... Aquel señor pasó a mejor vida, y meses después lo siguió su mujer. Cuando ella llegó al Cielo vio a su marido recostado en una hamaca en una soleada playa tropical, bebiendo a sorbos lentos un mojito y rodeado de bellas damiselas en ropas menos que menores. Una le mecía la hamaca; otra lo abanicaba con una hoja de palmera y las demás lo llenaban de mimos y carantoñas. A la señora eso le llamó grandemente la atención, pues se había educado en colegio de monjas y tenía una idea por completo diferente de la morada celestial: ángeles y arcángeles revolando entre nubes de nácar; serafines y querubines entonando coros de alabanza al Creador. Le dijo a su cónyuge, amoscada: "¿Conque así es el Cielo?". "Así es -respondió el hombre con acento de rencor-. Y habría yo llegado aquí 10 años antes de no haber sido por esa estúpida dieta de avena que me obligaste a llevar"... El esposo volvió a su casa del trabajo. Su mujer lo esperaba vestida sólo con vaporoso negligé, brassiére de media copa, pantaletita crotchless, medias de malla, liguero y zapatos de tacón aguja. Cuando el marido entró la esposa salió a su encuentro, se puso de rodillas ante él y le bajó el zipper del pantalón. El hombre le dijo, exasperado: "¡Ah! ¡Ya chocaste el coche otra vez!". (Nota. Entendí lo del arrodillamiento: la señora le estaba pidiendo perdón a su consorte por haber chocado el automóvil. Lo que no capté fue lo de la bajada del zipper. ¿Pensaría ella que ahí traía su marido la póliza del seguro del coche?)... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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