Lo externo no nos es ajeno. Nos configura tanto como lo que creemos más nuestro. Lo olvidamos con frecuencia cuando pensamos en la política a partir de las categorías tradicionales. Imaginamos al Estado como una cápsula. Imaginamos que lo crucial se resuelve dentro del cercado nacional. Con el mundo exterior podemos firmar tratados, hacer alianzas, pero la política nacional es un asunto que sucede entre las paredes del Estado. Lo que importa aquí son las leyes que nos hemos dado, las organizaciones que se confrontan en nuestro territorio, los hábitos, recuerdos y fantasías que flotan en la cultura propia, la personalidad de los poderosos que aquí viven. Así hemos pensado nuestra política. Unos examinan la ingeniería de las reglas, otros indagan en la mitología o en la cultura. Para unos lo que importa es el contexto social o económico, para otros la biografía de los gobernantes es determinante. Pero todos ellos piensan que lo de fuera se queda afuera.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.